Pensamos que el secreto de que una moneda de curso legal tenga valor, al menos dentro del propio país, es que sea competitiva. En tal sentido, una moneda competitiva implica que al igual que otras monedas puede servir de medio de pago de todo tipo de transacciones y en todos los mercados.

Desde ya que el peso argentino no es competitivo fuera de las fronteras argentinas: en Portugal, en Indonesia, Alemania o cualquier otro país del mundo -salvo algunos limítrofes- el peso no es aceptado. Como no lo son muchas monedas, salvo algunas con pretensiones de universalidad como el euro o el dólar. Cuando eso ocurre, el secreto de la competitividad está en crear canales de paridad para que pagando en mi país pueda comprar en cualquier parte del mundo.

Y eso pasaba hasta hace poco: yo podía comprar con mi tarjeta de débito en cualquier lado del mundo y mi caja de ahorro en pesos bastaba. Porque la plata argentina dentro de la Argentina, tenía su valor y era competitiva de forma tal que podía efectuar todo tipo de transacciones y en todos los mercados.

Hoy eso no es así.

Por una comunicación del Banco Central, ahora para utilizar mi tarjeta de débito en el exterior debo tener en el país una cuenta bancaria con dinero extranjero. Sea en dólares, en rupias, en euros, en yenes; o lo que fuere. Pero ya no puedo hacer que mis pesos sirvan para, a través del cambio, pagar en el extranjero. O sea que mis pesos -los de todos los argentinos- han dejado de ser competitivos: ya no sirven para efectuar transacciones en un mercado que no sea el argentino.

Se dice que sin embargo, sí se puede pagar con tarjeta de crédito. Y es cierto; pero recientemente los bancos han establecido que el resumen de la tarjeta en moneda extranjera, debe ser abonado en dicha moneda sin que se pueda pagar en pesos al valor de cambio en ese momento.

Con lo que volvemos a lo mismo: sea para viajar al exterior o para pagar el resumen de la tarjeta de crédito que usé en el exterior, sí o sí tengo que comprar moneda extranjera dentro del país.

Se justifica la norma aduciendo que la finalidad es poner en igualdad de condiciones a quienes compran moneda extranjera en el exterior con quienes compran moneda extranjera dentro del país. Ahora bien… ¿cuál era la desigualdad antes de esta norma?

Lo real, lo cotidiano, es que frente a mercados extranjeros ni siquiera dentro del país el peso vale, ya que debe sucumbir en las casas de cambio (legales o no) a monedas extranjeras. ¿Cuál es la verdadera intención al establecer estas políticas cambiarias restrictivas y desvalorizadoras de la propia moneda?

Ah, sí: feliz día del trabajador a todos (los que trabajan y los que trabajarán).